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Psicología

Belleza, Cambio y Autenticidad: Una Mirada Filosófica y Psicológica a la Cirugía Estética

La cirugía estética despierta interrogantes profundos, más allá de la superficie del cuerpo que transforma. Considero que es una invitación a reflexionar sobre el tiempo, la identidad y el sentido de la vida. Esta intervención física puede entenderse como un deseo de alinear la apariencia externa con un anhelo interno, una nostalgia de un «yo» perdido o, por otro lado, una visión de un «yo» idealizado hacia el futuro que no se considera en el presente como parte de tu ser.

La Nostalgia de un Pasado Ideal

Puede verse como un intento de recuperar la juventud y vitalidad perdidas. Como señala el filósofo Svetlana Boym,

«La nostalgia no es una mera añoranza de un hogar en el tiempo o en el espacio; es un anhelo de un tiempo que ha pasado, una época que representa una plenitud de la vida. Buscamos en el espejo una versión anterior de nosotros mismos, una época en la que tal vez nos sentíamos más libres y abiertos al mundo, sin las limitaciones de la edad y las experiencias vividas».

Pero ¿es esta recuperación posible? ¿O es el pasado una construcción idealizada que nunca será alcanzable, una proyección de nuestro deseo actual de renacer y retomar algo perdido? Jacques Lacan advierte que todo intento de “completud” a través de la imagen es imposible, ya que la identidad está marcada por la falta. Según Lacan, el «yo» es siempre una estructura en movimiento, un reflejo simbólico que se construye y reconstruye en el tiempo, y al aferrarnos a una versión fija, corremos el riesgo de perdernos en un espejismo.

La cirugía estética puede entenderse como un proyecto hacia el futuro, una manifestación de esperanza y posibilidad. Nietzsche  planteaba que la vida requiere del poder de crear “símbolos, metáforas y ficciones” para ser soportable y significativa. Cambiar el cuerpo, entonces, es una forma de “crear” una nueva realidad, de construir un “yo” que represente un potencial aún no realizado. Para algunos, este cambio ofrece una alternativa tangible al destino al cual parecían predestinados. La cirugía estética, en este sentido, es una herramienta que acerca a las personas a ese «yo posible» ideal. Sin embargo, la pregunta sigue latente: ¿podemos realmente integrar este cambio en nuestra identidad, o vivimos con una dualidad entre lo que somos y lo que mostramos?

La Dualidad Interna y La Belleza ¿Simple Superficialidad?

La cirugía estética puede introducir una disonancia cognitiva si el cambio externo no encuentra una base interna que lo respalde. Para Carl Rogers, el sentido de autenticidad, o congruencia, se basa en la alineación entre el yo percibido y el yo ideal. Si esta congruencia no se logra, puede aparecer una fragmentación interna, una dualidad en la que el individuo vive en conflicto con su propia apariencia.

Vivimos en una época en la que la salud y la belleza se entrelazan en una narrativa que promueve el autocuidado y la apariencia juvenil como valores deseables. Pero ¿qué belleza es una vía a la salud? La belleza entendida como armonía puede tener un efecto positivo en el bienestar psicológico, en la mejora de la autoestima, sin embargo la belleza entendida como el deseo de otra posibilidad obviamente mejor ¿a qué nos lleva?. En el acto de embellecerse y perfeccionarse, puede emerger también un ansia interminable de alcanzar un ideal inalcanzable, lo que en palabras de Schopenhauer, no es más que el “querer sin fin”. También puede argumentarse que la salud es belleza si tomamos en cuenta que la armonía entre lo interno y lo externo puede propiciar un estado de bienestar integral. Pero ¿cuán lejos puede llegar este principio en la sociedad actual de hacedores sin tiempo para la reflexión, de acumuladores de placer y pertenencias como símbolos del ser?

Tiempo y Cambio: El Movimiento de la Vida

La vejez nos enfrenta con las limitaciones y las pérdidas inevitables, pero también con la sabiduría de una vida vivida. En nuestra cultura, donde la juventud y la productividad son los grandes valores, la vejez puede parecer la paralización del deseo, un umbral hacia la inutilidad. Pero, como argumentaba Simone de Beauvoir, “la aceptación de la vejez puede llevar a una liberación de las demandas sociales y una renovación de la búsqueda personal de sentido”. Vivir no es necesariamente hacer, sino también un proceso de contemplación, de aceptación de lo que somos en nuestra totalidad, de la quietud que permite observar lo transitorio. El tiempo es, como decía Heráclito, flujo constante, un movimiento perpetuo. Pero si la vida es movimiento y cambio, también puede ser “estar”. Este “estar” es la realización última de la existencia, una reconciliación con el ser en el aquí y el ahora. Quizás, al final, la cirugía estética sea menos una respuesta definitiva y más un reflejo de nuestras ansias y luchas internas, un espejo de nuestra búsqueda de sentido en un mundo en movimiento.

Conclusión: Más Allá de la Superficie

La cirugía estética no es un simple acto superficial; es un intento de reconciliar el tiempo, el deseo y la identidad. Es un diálogo constante entre lo que somos y lo que quisiéramos ser, entre el pasado, el presente y el futuro. Pero, ¿puede esta intervención realmente llevarnos a una auténtica paz interior? Tal vez la respuesta esté en el delicado equilibrio entre aceptar nuestras limitaciones y, al mismo tiempo, explorar los nuevos potenciales que el cambio, aunque solo sea en la superficie, puede ofrecer.

3 comentarios. Dejar nuevo

  • Magdalena Morcillo
    noviembre 19, 2024 10:28 am

    Muchas gracias por esta maravillosa reflexión ante una circunstancia que todos vivimos y que es tan difícil de gestionar.
    En mi opinión, la cirugía estética es un elemento complementario que nos ayuda a mejorar nuestro aspecto externo y nos hace sentirnos bien; sin embargo, para mí lo más importante es, como bien dices en tu conclusión, ser capaces de aceptar el presente de lo que somos y vivirlo con alegría, armonía y con mucho amor hacia nosotros mismos.

    Responder
  • Qué interesante tu artículo Raquel. El aquí y el ahora es una asignatura pendiente para mí, porque entre otras cosas, y fuera de lo que puede aportar la práctica impulsiva, hoy día, de la cirugía estética; me lleva a querer aferrarme al pasado y no ver las bondades de la vejez. Ojalá se pudiese viajar en el tiempo:)

    Responder
  • Es un gran reflexión,pero yo creo que hay que vivir cada etapa de la vida aceptando como eres, lo que la edad natural te da.Creo que las personas que deciden realizar estos “cambios” no aceptan su realidad y eso para mí es engañarse, pero que quede claro que no es una crítica , solo una opinión !!

    Responder

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