Introducción
En la práctica diaria, es común que los profesionales de la salud se enfrenten a situaciones donde los resultados no siempre coinciden con las expectativas iniciales. Estos momentos de incertidumbre y ansiedad son parte del compromiso de ayudar a otros, pero también nos recuerdan la importancia de la paciencia y la autocompasión para lidiar con estos desafíos.
Atender a personas que dependen de nosotros para mejorar su calidad de vida puede generar una carga emocional significativa. Aunque desearíamos tener control sobre todos los aspectos del proceso de recuperación, reconocer los límites de nuestra influencia nos permite gestionar mejor las emociones y proteger nuestra salud emocional.
Este artículo pretende ofrecer reflexiones y herramientas para abordar la ansiedad y la importancia del autocuidado en nuestra labor.
El peso de la responsabilidad
Trabajar en salud significa tener una responsabilidad directa en el bienestar de los pacientes. La ansiedad puede aparecer cuando sentimos que el resultado depende únicamente de nuestras decisiones; una perspectiva que no siempre refleja la realidad. Los estudios subrayan que, debido a esta responsabilidad, los profesionales de la salud enfrentan niveles elevados de estrés y ansiedad relacionados con la incertidumbre en la evolución de los pacientes.
Reconocer nuestras emociones
Aceptar que sentimos ansiedad o frustración no es un signo de debilidad; es un reflejo de nuestra humanidad. La experiencia demuestra que reconocer estas emociones es el primer paso para manejarlas de forma efectiva. Técnicas como la respiración consciente o las pausas diarias pueden ayudarnos a reconectar con nosotros mismos y mantener el equilibrio emocional. Al igual que orientamos a los pacientes a escuchar su cuerpo, debemos aplicar el mismo principio en nuestro propio autocuidado.
-Nuestro cuerpo es nuestra casa-
Las palabras de Viktor Frankl, «Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad», resaltan la importancia de disfrutar de un momento de reflexión antes de reaccionar. Esta pausa nos permite reconocer nuestras emociones y elegir una respuesta que evite decisiones impulsivas y favorezca un enfoque más consciente. Tomarnos unos minutos para respirar profundamente y evaluar la realidad presente o, simplemente, parar un momento para observar cómo nos sentimos puede tener un impacto enorme en nuestra serenidad.
Controlar lo que podemos controlar
El trabajo en salud implica aceptar que no todo está bajo nuestro control. Cuando enfrentamos situaciones de ansiedad, concentrarnos en las acciones inmediatas y en la respuesta que podemos dar en el momento presente ayuda a reducir la angustia y a enfocar la energía en lo que sí podemos manejar. La práctica del mindfulness se ha mostrado efectiva para reducir el estrés y aumentar la claridad mental, lo que nos permite responder a la incertidumbre con mayor calma y objetividad.
En el ámbito terapéutico, se busca promover una actitud de presencia y concentración en el momento actual, reconociendo su valor en la práctica profesional y en la mejoría de la salud del paciente.
La importancia del autocuidado
El autocuidado no debería considerarse un lujo, sino una necesidad. Es fundamental reservar tiempo para evaluar nuestras necesidades y actuar en consecuencia, ya sea mediante un descanso adecuado, una alimentación balanceada o un espacio para desconectar y recargar energías. Practicar el autocuidado nos permite ser mejores profesionales, y fortalece nuestro bienestar integral.
Audre Lorde destacó: «Cuidar de mí misma no es un acto de indulgencia, es un acto de supervivencia.» Este mensaje es esencial en profesiones que requieren alta dedicación emocional, recordándonos que cuidar de nuestra propia salud y respetar nuestros límites es crucial para mantener la energía y la capacidad de apoyar a quienes dependen de nosotros. Integrar el autocuidado como una práctica constante asegura que nuestra entrega a los demás sea sostenible y efectiva.
La autoexigencia: una espada de doble filo
Muchos profesionales de la salud tienden a ser autoexigentes, lo que puede llevar a niveles altos de estrés. La autocompasión y el mindfulness pueden ser herramientas valiosas para reducir la autoexigencia y tratarse a uno mismo con la misma empatía que ofrecemos a nuestros pacientes. Estudios sugieren que los programas de mindfulness pueden disminuir el agotamiento y mejorar la resiliencia, permitiéndonos manejar el trabajo diario de forma más equilibrada.
Es útil cuestionar si nos tratamos con la misma compasión que ofrecemos a los demás. Cuando la respuesta es negativa, es momento de ajustar la perspectiva y encontrar recursos que permitan avanzar sin quedarse atrapados en el juicio. Abrir un espacio para la autocompasión resulta fundamental para mejorar desde una óptica constructiva. La autoexigencia puede ser un motor, pero dirigir esa energía hacia la búsqueda de soluciones permite evitar la frustración y construir una práctica equilibrada.
Abrazar la incertidumbre
Trabajar en salud implica aceptar la incertidumbre como parte del proceso. La formación continua y el aprendizaje constante son herramientas que nos proporcionan la seguridad y el conocimiento necesarios para afrontar situaciones complejas con serenidad. Invertir en nuestro desarrollo profesional nos permite sentirnos más preparados, lo que contribuye a nuestro bienestar general y a la calidad de la atención que ofrecemos.
“La incertidumbre es un reto, pero el coraje para aprender siempre es una elección.»
Brené Brown
La evolución de un paciente rara vez sigue un curso lineal. Cada persona responde de manera única a los tratamientos, y los avances suelen presentarse de forma gradual y, a veces, impredecible. Factores como el estado emocional, la adherencia al tratamiento y el contexto individual pueden influir en el progreso. Esta realidad desafía la expectativa de una mejora constante y, en cambio, se observa un proceso con altos y bajos, donde las fases de avance pueden ser interrumpidas por estancamientos o retrocesos temporales. Aceptar que la recuperación es un camino con variaciones permite un enfoque más paciente y flexible, en el que el profesional se adapta a las necesidades cambiantes del paciente, fomentando así una evolución genuina.
Cuidarnos para poder cuidar
El compromiso con la atención de los demás conlleva la responsabilidad fundamental de cuidar de nosotros mismos. En el ámbito de la salud, es fundamental gestionar nuestro propio bienestar y practicar el autocuidado, ya que estas estrategias son esenciales para brindar una atención efectiva y sostenible. Aceptar que no siempre podemos controlar los resultados de nuestros esfuerzos contribuye a desarrollar una mayor resiliencia y capacidad para enfrentar los desafíos de nuestra práctica profesional.
Carl Jung dijo: “Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta.” Este proceso de introspección es crucial, ya que permite a los profesionales de la salud fortalecer su autoconciencia y efectividad en el cuidado, recordando que solo al atender nuestras propias necesidades podemos estar plenamente presentes y ser verdaderamente útiles para quienes dependen de nuestro apoyo.
Para los profesionales de la salud, adoptar algunas prácticas sencillas puede marcar una gran diferencia en su energía y efectividad.
Pausas activas a lo largo del día, técnicas como mindfulness o meditación, y llevar un diario para procesar emociones ayudan a reducir el estrés y a mantener claridad mental. Además, establecer límites en la carga laboral y fomentar el apoyo entre colegas son claves para evitar el agotamiento.
Con estos hábitos, no solo logramos esa homeostasis saludable, sino que también mejoramos la calidad de atención que brindamos a nuestros pacientes, haciéndola más sólida y auténtica.
2 comentarios. Dejar nuevo
Las reflexiones que aporta son sumamente importantes para nuestra vida diaria sea labora o profesional.
Antes de seguir, parar y reflexionar.
Nosotros no podemos controlar todo,dependemos de factores
Para ayudar hay que cuidarse uno mismo
Si no podemos conseguir algo no derrumbarnos
como siempre, certera en el análisis. lo q se dice habitualmente: cuidar al cuidador. Pero requiere meditación y quererse a uno mismo, q a veces los cuidadores no contemplan. Hurra, querida Silvana.