Quiero compartir una experiencia personal.
Hace unos días me lesioné; tuve una subluxación costal, un domingo. Si hubiera sido otro día, por supuesto, hubiera acudido a un compañero. Tengo mucha sensibilidad corporal y mi experiencia con esa dolencia fue espantosa.
Me sentía vulnerable, triste, muy enfadada y terriblemente susceptible.
Entre movilizaciones y respiraciones no podía parar de pensar en la experiencia de vida de las personas con dolor crónico. Todo el sufrimiento que yo sentía me llenaba de empatía y respeto hacia quien experimenta esta horrible sensación día tras día.
Mi hijo mayor, de cuatro años, queriendo consolarme puso su manita en mi costilla. Ese contacto me alivió tanto, que prácticamente desapareció mi molestia. Ese tacto lleno de amor y con una intención pura de ayuda me consoló de una forma, que aún hoy me parece increíble.
Al día siguiente mi lesión había mejorado considerablemente.
Cuando le preguntaron a la antropóloga estadounidense Margaret Mead cuál fue el primer signo de civilización en la Humanidad, ella respondió que el primer signo de civilización en una cultura antigua fue un fémur que alguien se fracturó y luego apareció sanado. Ella explicó que un fémur quebrado y luego curado evidencia que alguien se quedó con quien se lo rompió, que le vendó e inmovilizó la fractura. Es decir, que lo cuidó.
“Ayudar a alguien a atravesar la dificultad es el punto de partida de la civilización”
El cuidado, nuestro primer signo de civilización.
“Ayudar a alguien a atravesar la dificultad es el punto de partida de la civilización” establecía Margaret Mead, y sinceramente no puedo estar más de acuerdo.
Siento que nuestro trabajo como fisioterapeutas no podría estar mejor definido.
Y siendo ese un signo inequívoco de humanidad, no podría estar más orgullosa de la profesión que humildemente ejerzo. Pero quiero ir más allá, cuando alguien atraviesa una dificultad, cuando alguien convive día a día con un dolor crónico debemos ayudarle. Es necesario y humano, ayudar y cuidar de esa persona.
Cuidar y recibir cuidados forma parte de nuestra experiencia humana.
Cuidar y recibir cuidados nos hace más humanos.