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Patología Discal: Separando los Mitos de la Realidad

La hernia discal es una afección común de la columna vertebral, ocurre cuando el núcleo interno blando -conocido como núcleo pulposo- de un disco intervertebral se sale y empuja a través de una capa externa debilitada del anillo fibroso -parte externa del disco intervertebral- y ejerce presión sobre los nervios circundantes.

Esto puede causar dolor, entumecimiento, hormigueo y debilidad en el área afectada. Sin embargo, existen muchos mitos y conceptos erróneos sobre esta patología que pueden confundir a las personas y dificultar su tratamiento adecuado.

Algunos de los mitos sobre las hernias

 

Me gustaría reflexionar sobre algunos de los mitos que más comentamos en consulta relacionados con la hernia de disco.

 

MITO 1: la enfermedad de disco solo ocurre en personas mayores.

En realidad, cualquier persona puede desarrollar una hernia discal, independientemente de su edad o nivel de actividad física. La afección puede ocurrir debido a una lesión, un esfuerzo excesivo, un estilo de vida sedentario o incluso por factores genéticos. Cuando nos enfrentamos a un diagnóstico de disco herniado, uno de nuestros primeros pensamientos es que hemos envejecido, esta condición médica nos habla de la necesidad de cuidar nuestra columna y mejorar nuestros patrones posturales, no es cuestión de senectud, es cuestión de postura y biomecánica.

 

MITO 2: La cirugía es la única opción de tratamiento para la hernia discal.

Si bien la cirugía puede ser necesaria en casos graves, la mayoría de los casos de hernia de disco se pueden tratar de manera efectiva mediante fisioterapia, tratamiento médico y cambios en el estilo de vida.

Es importante saber que numerosos estudios indican que las hernias pueden reabsorberse. El procedimiento quirúrgico solo debe considerarse como último recurso y siempre debe ser discutido con un especialista en columna vertebral.

Se puede considerar la cirugía si los síntomas persisten o empeoran a pesar del tratamiento conservador, o si hay evidencia de una compresión nerviosa significativa que podría provocar un daño nervioso permanente.

 

MITO 3: El reposo es la mejor opción de tratamiento para la hernia discal.

En mi experiencia, el reposo prolongado puede empeorar los síntomas de la hernia discal y disminuir la fuerza y flexibilidad de los músculos. El ejercicio regular y la fisioterapia pueden ayudar a fortalecer los músculos de la espalda y prevenir futuras lesiones.

Un buen diagnóstico de la postura y enfoque terapéutico son indispensables para poder movernos sin el miedo que a veces nos invade en este tipo de procesos.

Necesitamos entender y adquirir un profundo conocimiento sobre nuestra biomecánica para hacer un buen tratamiento y prevención de futuras recidivas.
La colaboración entre el paciente y el fisioterapeuta es esencial, como expresaba Paul Watson:

“Ayudar al paciente a exponerse al miedo -ejercicio- de una forma gradual y controlada -con un programa de ejercicio gradual- en un entorno seguro -en clínica- y con un fisioterapeuta, puede desensibilizarlo y transferir ese éxito a casa y a su trabajo. Éste es probablemente uno de los efectos más poderosos del contacto con un fisioterapeuta.”

 

MITO 4: Una hernia discal es una afección crónica y no se puede curar.

Si bien una hernia discal puede ser una afección recurrente, el tratamiento adecuado puede ayudar a controlar los síntomas y prevenir complicaciones. Los cambios en el estilo de vida, como mantener una postura adecuada y la interiorización del gesto justo también pueden ayudar a prevenir una futura patología discal.

 

Conclusión

Quisiera terminar esta reflexión concluyendo que existen muchos mitos sobre la hernia discal que pueden confundir a las personas y dificultar su tratamiento adecuado. Es importante conocer la verdad sobre esta afección y buscar un abordaje multidisciplinar si se experimentan síntomas de una hernia discal. Con el tratamiento adecuado, la mayoría de las personas con hernia discal pueden volver a su vida normal y activa.

Debemos evitar que los diagnósticos se conviertan en etiquetas de por vida. Los diagnósticos y las etiquetas son útiles para comprender ciertas condiciones médicas, pero nunca deben definir por completo a una persona ni limitar sus posibilidades de recuperación y crecimiento personal.

Artículo escrito por Silvana Salgado

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