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Cadenas Anterolateral y Posterolateral: El Eje del Equilibrio Relacional

En la terapia de cadenas musculares, se destaca que la cadena anterolateral y la cadena posterolateral son dos aspectos interdependientes, como dos caras de la misma moneda, en el contexto de nuestras relaciones. AL y PL son estructuras del eje horizontal al servicio del comportamiento relacional. El equilibrio entre estas dos cadenas es fundamental para cultivar relaciones saludables y enriquecedoras. A lo largo de mi vida he observado a personas altamente competentes y valiosas que se sienten atrapadas en la idea fija de “así soy yo”.

Esta mentalidad puede frenar su capacidad de avanzar o crecer, principalmente debido al temor de perder lo que consideran su esencia. Es importante comprender que nuestra esencia no es estática ni inflexible. En realidad, está vinculada intrínsecamente a nuestra capacidad de adaptación y resiliencia en relación con el mundo que nos rodea. Debemos buscar y respetar esta esencia en nosotros mismos, reconociendo que nuestra autenticidad no se pierde cuando nos adaptamos o evolucionamos en nuestras relaciones y experiencias. La fisioterapia postural y la terapia psicológica pueden ser de ayuda cuando necesitamos flexibilidad en estos aspectos:

Para obtener una comprensión más profunda de las cadenas del eje relacional puede ser interesante leer este pequeño cuento que nos habla de toda la magia que habita en nosotros mismos.
Si deseas entender mejor cómo nuestras relaciones con los demás influyen en nosotros, te invito a leer esta breve historia. Somos complejos y nuestras conexiones personales tienen un papel importante en nuestras vidas. En un mundo de contrastes y diversidad, recordemos que nuestras relaciones más enriquecedoras a menudo surgen cuando abrazamos nuestras propias dualidades y las de los demás. Como bien expresaba Carl Jung, “Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos, y en ese entendimiento, la vida se hace un poco más fácil, menos compleja.”

Parte 1. Los mundos en contraste.

 

En un rincón remoto del mundo, dos almas dispares, la Doncella y el Explorador, se entrelazaron en una historia que desafió los límites del entendimiento. La Doncella, como si fuera una creación de un mundo cuidadosamente diseñado, vivía inmersa en un universo de detalles minuciosos. Su hogar se asemejaba a un palacio de cuento de hadas, donde cada objeto parecía ocupar el espacio perfecto, cada flor en su jardín florecía en una coreografía precisa. Pasaba sus días en la serena compañía de melodías clásicas y las noches entre las páginas de libros atemporales.

Por otro lado, el Explorador encarnaba el espíritu indomable de la naturaleza salvaje. Su morada era una cabaña rústica enclavada en un bosque agreste. Para él, el orden no era más que una palabra extraña y las estrellas en el cielo eran su única fuente de luz nocturna y, al mismo tiempo, la única constante que permitía alguna organización en su vida. Cada día le deparaba una nueva aventura, y cada noche lo sumía en un silencio donde reflexionaba bajo el manto de la oscuridad total.

 

Parte 2. Un encuentro desconcertante.

 

En el corazón de un bosque profundo donde los secretos de la naturaleza se susurran entre las hojas, sus destinos se entrelazaron como si el universo mismo hubiera conspirado en su encuentro. Sus diferencias, como dos polos opuestos del Universo, parecían insuperables. La Doncella, un ser de meticulosa elegancia, se encontraba desbordada por la impetuosa energía del Explorador. Para ella el mundo era un intricado tapiz de detalles, mientras que él lo veía como una vasta pradera sin fronteras.

En principio sus caminos parecían separados por abismos insalvables. El destino había hecho que se conocieran pero la Doncella contemplaba al Explorador, un torbellino de caos y capricho, con perplejidad. A su vez él miraba a la Doncella y veía una figura gélida y enigmática, sus palabras parecían danzar en un lenguaje que él no podía descifrar, y su silencio era un océano de incertidumbre. Parecía como si la distancia entre ellos fuera insuperable, como si hablaran lenguajes de mundos distintos.

Sin embargo, en la misteriosa profundidad del bosque donde el tiempo se vuelve líquido y las sombras se convierten en cómplices, encontraron un lenguaje nuevo. Sus corazones, inicialmente separados por océanos de desconocimiento, comenzaron a entrelazarse en un baile de conciencia. Aprendieron a traducir los susurros del otro, a ver en las diferencias, no barreras sino puentes hacia una percepción más profunda de la otra persona.

 

Parte 3. Un pacto de entendimiento.

 

En lugar de rendirse ante esas diferencias insalvables, decidieron aventurarse en los territorios inexplorados del otro. La Doncella, con cautela, comenzó a acompañar al Explorador en sus travesías. Aprendió a sentir la tierra bajo sus pies, a amar la libertad de la naturaleza y a valorar la imperfección como un signo de autenticidad. El Explorador, por su parte, ingresó en el mundo meticuloso de la Doncella. Descubrió que en la quietud y la reflexión había un tesoro de descubrimientos. Apreció la belleza en la simplicidad y comprendió que el silencio podía ser el lienzo para los pensamientos más profundos.

“La vida es como montar en bicicleta; para mantener el equilibrio debes seguir moviéndote.” Albert Einstein.

 

Parte 4. El balance encantador.

 

Con el tiempo sus diferencias se transformaron de obstáculos en obsequios. En lugar de juzgarse mutuamente celebraron sus particularidades. Descubrieron que, en su equilibrio, la serenidad podía danzar con la emoción y la introspección podía coexistir con la acción. Juntos crearon un mundo extraordinario en el que la paz y la aventura se fusionaban en una armonía única. En ese espacio el silencio no era un vacío, sino un lienzo en el que pintaban sus pensamientos más profundos.

Las palabras, lejos de parecer ruido simplemente, se convertían en una sinfonía de risas y conversaciones. Descubrieron que sus diferencias eran precisamente lo que los hacía especiales. No necesitaban cambiar sus esencias, solo aprender a hablar el lenguaje del otro y encontrar el equilibrio. En ese equilibrio, hallaron un profundo respeto por la complejidad del alma humana. Juntos indudablemente eran más fuertes. Se completaban.

“Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo.” Aristóteles.

 

Parte 5. La lección universal.

 

La historia de la Doncella y el Explorador, aparentemente una narrativa sobre dos individuos opuestos, en realidad refleja una profunda verdad sobre nuestra propia naturaleza. Cada uno de nosotros lleva dentro una Doncella y un Explorador, aspectos de nuestra psique que pueden parecer antagónicos, pero que en realidad están destinados a colaborar en la danza de la vida.
Nuestra Doncella representa la introspección, la reserva y la meticulosidad. Es el aspecto de nosotros que se sumerge en los detalles, que tiende a encerrarse en sí misma para protegerse, que se toma su tiempo para reflexionar y que busca la belleza en la simplicidad. Es nuestra cadena antero-lateral.

Por otro lado, el Explorador encarna la extroversión, la pasión y la acción desenfrenada. Es la parte de nosotros que se lanza a nuevas aventuras, que abraza el mundo con entusiasmo y que encuentra alegría en la interacción con otros. Es nuestra cadena postero-lateral. A menudo estos dos aspectos de nuestra personalidad pueden chocar, como lo hicieron la Doncella y el Explorador al principio de su historia. Pero, al igual que ellos, descubrimos que el verdadero poder reside en la colaboración y el equilibrio.

 

Parte 6. Un reflejo de la sociedad.

 

La parábola de la Doncella y el Explorador refleja no solo la necesidad de equilibrio dentro de uno mismo, sino también su profundo impacto en la sociedad actual. En un mundo cada vez más polarizado, donde las voces se levantan en extremos opuestos, esta historia nos recuerda que dentro de cada individuo existen facetas diversas y, a menudo, contradictorias. En los tiempos que vivimos la falta de equilibrio entre nuestras propias diferencias puede manifestarse como divisiones y conflictos. Al igual que la Doncella y el Explorador que, inicialmente, no se comprendían el uno al otro, cuando no entendemos o rechazamos ciertos aspectos de nuestra propia personalidad, tendemos a hacer lo mismo con aquellos que son diferentes a nosotros.

Para construir un mundo más comprensivo y tolerante, debemos aprender a abrazar y equilibrar nuestras propias contradicciones internas. La Doncella y el Explorador finalmente encontraron la armonía al reconocer la valía de cada uno en su conjunto, y lo mismo debemos hacer en nuestra sociedad. La capacidad de escuchar, comprender y aceptar nuestras propias dualidades es el primer paso hacia la construcción de situaciones en las que las diferencias no nos dividan, sino que nos fortalezcan. Cuando logramos este equilibrio interno, podemos llevarlo a nuestras relaciones y comunidades, fomentando la empatía y la colaboración en lugar de la confrontación.

Cuando aprendemos a permitir que nuestra Doncella y nuestro Explorador se complementen en lugar de competir, experimentamos una armonía profunda y gratificante en nuestras vidas. En nuestra búsqueda de autorrealización, nos encontramos con desafíos y contradicciones, pero al reconocer y abrazar nuestros aspectos internos, creamos una sinfonía única que es nuestra propia historia de vida.

La Doncella y el Explorador, en última instancia, son metáforas de los diferentes aspectos de nuestra propia alma, y su historia de amor es la nuestra: la búsqueda constante de equilibrio, aceptación y amor propio.

“El conocimiento de tu propia oscuridad es el mejor método para hacer frente a las tinieblas de otras personas.” Carl Jung.

Artículo realizado por Silvana Salgado

1 Comment(s)

  1. Caridad Madridano
    noviembre 3, 2023

    Un conocimiento de uno mismo y empatía con el otro es fundamental para conseguir equilibrio. Aunque sea tan difícil el conseguirlo

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