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Silvana Salgado - la puerta abierta

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El entramado invisible: Desentrañando la cadena antero-mediana y la influencia de la matriarca en nuestra trayectoria.

Si tuviéramos la capacidad de indagar en la historia de nuestro propio cuerpo, de descubrir cómo se siente en lo más profundo, sus anhelos y sus vivencias más significativas, podríamos comprenderlo mejor. El análisis postural nos brinda la oportunidad de interpretar esa historia oculta y, lo que es aún más valioso, de facilitar la comunicación y la liberación de nuestro ser físico y emocional.

Nuestro cuerpo es pura emoción

Nuestro cuerpo es pura emoción; simple y llanamente. El movimiento es la expresión de esa emoción. Cuando nos movemos, el cuerpo fluye, cuando nos movemos, el cuerpo puede reaccionar. El problema viene cuando hay rigideces, cuando hay adherencias, cuando hay bloqueos emocionales que nos impiden expresar comportamiento. Es como si toda una batería de emociones nos fuesen negadas por la sencilla razón de no poder hacer los movimientos que las facilitan. A cambio, nos expresamos continuamente con los mismos gestos que se relacionan con las mismas emociones exageradas, sin ser capaces de desbloquear otros comportamientos. Sensaciones y estados de estrés, nerviosismo o ansiedad pueden condicionarnos y disminuir nuestra capacidad de movimiento y, por supuesto, nuestra calidad de vida.

En palabras de Carl Gustav Jung, «Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma.» Las rigideces y bloqueos en nuestra cadena antero-mediana son señales de un vacío emocional en nuestra vida. su exceso en el cuerpo es siempre una carencia. En ocasiones no nos damos cuenta de que nuestro cuerpo nos está pidiendo, de manera insistente, un mayor vínculo emocional, afecto y aprecio. Al explorar y aceptar estas demandas, podemos abrirnos a una conexión más profunda con nosotros mismos y con los demás.

La integración de la fisioterapia y la psicología es esencial para el cuidado completo de nuestra salud física y mental. Al combinar estos enfoques, podemos lograr un equilibrio global y mantener un bienestar óptimo en nuestra vida diaria.

Permíteme compartir contigo una pequeña historia que ilustra esta búsqueda de conexión y liberación. Te invito a leerla y a sumergirte en las sensaciones que encierra. Desprendámonos por un instante de nuestra mente racional y adentrémonos en un mundo AM donde las emociones dictan cada movimiento.

La historia de la matriarca y la importancia de la conexión emocional

Había una vez una pequeña aldea donde regía una matriarca. Era una mujer sabia y fuerte conocida por su firmeza y sensatez en la toma de decisiones. Todos en la aldea la respetaban y acudían a ella en busca de consejo y dirección.
La matriarca gobernaba con justicia y equidad, asegurándose de que cada habitante de la aldea recibiera lo que necesitaba. Era una líder compasiva, siempre dispuesta a escuchar las preocupaciones y necesidades de su pueblo. Su objetivo principal era el bienestar y la prosperidad de todos.

Sin embargo, a medida que pasaban los años, la matriarca comenzó a sentir una profunda soledad. A pesar de estar rodeada de gente, sentía que nadie realmente la conocía o entendía. Sus responsabilidades y la atención constante que requería su posición la habían alejado de sus seres queridos y privado de una conexión verdadera. La matriarca comenzó a anhelar el amor y la atención de su familia. Quería sentirse amada y valorada más allá de su papel como líder. Pero, temiendo mostrar vulnerabilidad, ocultó sus sentimientos y continuó gobernando con firmeza. Empezó a exigir antes que a dar y a obsesionarse con que se hiciera todo a su manera.

A medida que la matriarca envejecía, su salud se deterioraba más. Se volvió frágil y sus fuerzas disminuyeron. La aldea entera se angustió por su bienestar, pero nadie realmente comprendía la verdadera causa de su declive. Y, sobre todo, a ella no le era suficiente esa preocupación; quería más, quería ser el centro siempre. Su cara se arrugó en un rictus de amargura infinito. La matriarca, en silencio, esperaba que su enfermedad despertara el interés y la preocupación de su familia. Quería que se dieran cuenta de cuánto la necesitaban y cuánto anhelaba su amor y su apoyo. Soñaba con que la aldea completa valorase su increíble sacrificio y admirase su capacidad de abnegación.
Pero a medida que su salud empeoraba, la matriarca se dio cuenta de que la enfermedad no era la respuesta que buscaba. No quería ser amada por lástima o deber, sino por su verdadero ser. Quería una conexión profunda y auténtica con su familia.

Un día, en su habitación, la matriarca tomó una decisión valiente. Decidió abrir su corazón y expresar sinceramente sus necesidades y deseos a su familia. Se acercó a sus hijos y nietos, compartiendo sus sentimientos más profundos y su deseo de sentirse amada y valorada por quien era, más allá de su papel de matriarca. A medida que las lágrimas brotaban de sus ojos, la familia de la matriarca se conmovió profundamente. Se dieron cuenta de lo que había detrás de la actitud posesiva y, en muchas ocasiones, intrusiva de la matriarca. Comprendieron cuán descuidadas habían estado las necesidades emocionales de su querida matriarca y tomaron conciencia de que su enfermedad era simplemente una manifestación de su anhelo de afecto. Desde ese momento, todos se comprometieron a brindarle el amor y la atención que tanto necesitaba. La rodearon con cariño y dedicaron tiempo para conocerla en un nivel más profundo. Comenzaron a escucharla de verdad y a valorar su presencia en sus vidas.

Con el tiempo, la salud de la matriarca mejoró lentamente, pero algo inesperado sucedió. Cuando parecía que estaba recuperándose por completo, su cuerpo repentinamente cedió y su vida llegó a su fin. La aldea quedó en shock y la tristeza se extendió por todos sus rincones. Pero a medida que la noticia se difundía, algo aún más impactante salió a la luz: los médicos revelaron que la matriarca no había muerto a causa de su enfermedad, sino debido a la falta de amor y atención que había experimentado durante años.

La matriarca había estado aferrándose a la esperanza de encontrar esa conexión profunda con su familia antes de partir, casi obligando a los aldeanos a quererla, pero era demasiado tarde. Su corazón se había debilitado tanto por la ausencia de afecto que, incluso en su estado de mejora, ya no pudo soportar el peso de la soledad y la falta de conexión emocional. Fue una dura lección para todos en la aldea, una llamada de atención sobre la importancia de nutrir las relaciones y expresar el amor y el aprecio mientras aún tenemos la oportunidad.

La muerte de la matriarca dejó una profunda huella en la aldea. Todos se dieron cuenta de que no se trata solo de cumplir con nuestras responsabilidades y roles, sino de cultivar auténticas conexiones humanas. Comprendieron que la salud y el bienestar no solo se reflejan en el aspecto físico, sino también en la calidad de nuestras relaciones y la atención que brindamos a los demás. Desde aquel día, la aldea se comprometió a cambiar su enfoque. Se crearon espacios de diálogo y expresión emocional, donde cada habitante podía compartir sus necesidades, temores y deseos de manera abierta y sincera. La fisioterapia y la psicología se unieron en un enfoque holístico, brindando apoyo tanto a nivel físico como mental.
Se organizaron talleres y actividades para promover la empatía, la comprensión y la comunicación efectiva. La aldea aprendió a escuchar y validar las emociones de los demás, a construir vínculos más profundos y significativos. Se dieron cuenta de que el equilibrio entre el cuidado de uno mismo y el cuidado de los demás es esencial para el crecimiento de una comunidad.

Con el tiempo la aldea se transformó en un lugar donde reinaba el amor y el respeto mutuo. Las personas se sentían más conectadas, más apoyadas y comprendidas. La salud física y mental de los habitantes mejoró considerablemente y la aldea se convirtió en un ejemplo de bienestar y cuidado integral.

La historia de la matriarca se convirtió en un recordatorio constante de la importancia de valorar y nutrir nuestras relaciones. En su honor se erigió una estatua en el corazón de la aldea, recordándoles a todos que el amor y la atención genuina son la verdadera fuente de salud y felicidad. Y así continuaron su camino, tejiendo lazos más fuertes, compartiendo risas y lágrimas y aprendiendo cada día a priorizar lo que realmente importa: el amor incondicional y la conexión emocional que nos une como seres humanos.

El papel del afecto en la medicina y el cuidado de la salud

El cuidado completo de nuestra salud va más allá de la atención física. Necesitamos cultivar relaciones profundas y auténticas, expresar nuestras emociones y brindar apoyo mutuo. La integración de la fisioterapia y la psicología nos ayuda a alcanzar un equilibrio sistémico y mantener un bienestar óptimo en nuestra vida diaria. No esperemos a que sea demasiado tarde para valorar y nutrir nuestras conexiones; aprovechemos cada momento para expresar amor y construir lazos significativos con quienes nos rodean.

«La trascendencia del afecto radica en su capacidad para transformar vidas, sanar heridas y dar sentido a nuestra existencia. En el amor y la conexión con otros seres humanos encontramos la verdadera esencia de nuestra humanidad.» Maya Angelou

En un mundo lleno de distracciones y superficialidad, es fácil perder de vista lo que realmente importa: el valor de prestar atención verdadera y sincera a las personas que nos rodean. Al mostrar interés genuino en sus vidas, escuchar con atención y brindarles nuestro tiempo y apoyo construimos relaciones sólidas y relevantes. Estas conexiones nos brindan un sentido de pertenencia, nos ayudan a superar obstáculos y nos ofrecen un apoyo mutuo en los momentos difíciles. En lugar de buscar gratificaciones banales, invirtamos nuestro tiempo y energía en cultivar relaciones auténticas basadas en el amor y la atención sincera. De esta manera descubriremos que el verdadero patrimonio está en los lazos humanos trascendentes y en el valor tangible que aportan a nuestras vidas.

¡Y, por supuesto, nutriremos nuestra maravillosa cadena antero-mediana!

«El afecto es la medicina del alma.» – Dr. Christian Barnard.

«El afecto y la calidez humana son tan vitales para la salud como los medicamentos que recetamos.» – Dr. Bernie Siegel.

«El ser humano no puede subsistir sin amor. Necesita afecto como necesita el sol.» – Sigmund Freud.

2 comentarios. Dejar nuevo

  • Paloma García Riera
    junio 9, 2023 12:46 am

    Llevo con Silvana desde 2005. Su sabiduría y experiencia no ofrece dudas. Su tratamiento va más allá del cuerpo… Une emoción, mente y cuerpo en una técnica basada en ciencia disciplina e intuición desde una persona, Silvana, vocacional y entregada al bienestar de las personas.
    Desde aquí mi más profundo agradecimiento por todo lo que has hecho para la salud de mi gente querida.
    Súper recomendable

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